Un proceso de evaluación continua nos permite verificar el nivel de calidad de la acción educativa de nuestra Escuela y se convierte en un estímulo y una orientación constante en la mejora de la acción educativa. Abarca todos los aspectos del funcionamiento del centro: evaluación de los alumnos, evaluación del profesorado y su quehacer educativo y evaluación del centro. En ella participará toda la Comunidad Educativa.
Evaluación de los alumnos
La evaluación ha de tener una finalidad eminentemente formativa o pedagógica, es decir, que sirva para perfeccionar y enriquecer el proceso de aprendizaje y los resultados del mismo, teniendo en cuenta los objetivos educativos, las capacidades y los esfuerzos realizados. La evaluación facilitará la identificación de los problemas y mostrará los mejores métodos o las alternativas más adecuadas.
Como características inherentes a todo proceso educativo, la evaluación de los alumnos ha de ser:
- Objetiva, con el mayor rigor científico posible;
- Continua y diferenciada, a lo largo de todo el proceso y no sólo en momentos puntuales;
- Integrada, atendiendo al conjunto de las capacidades y objetivos previstos;
- Colectiva o colegial, sobre todo al final de los ciclos o etapas, tomando parte en ella todas las personas que intervienen en el proceso;
- Recurrente y posibilitadora, de manera que permita la recuperación y la mejora del proceso de aprendizaje.
Con el fin de facilitar la toma de conciencia y las correcciones oportunas por parte de las diversas personas implicadas en el proceso (alumnos, padres y profesores), se dividirá cada año escolar en varios períodos de evaluación, al final de los cuales se recogerá toda la información evaluadora y se comunicará a los alumnos y a sus padres.
Se realizará además al principio de cada año escolar, o al menos al principio de cada ciclo, una evaluación inicial que facilite el diagnóstico de las necesidades educativas de cada alumno y de cada grupo.